La Comunicación Corporal En Las Elaboraciones Identitarias-subjetivas

En materia de temas estadísticos y demográficos, instancias como el INEGI (2005) y el IMJ (2000, 2007) han analizado el acceso que tienen los jóvenes a las instituciones de salud, así como los principales padecimientos de los que son objeto. En relación con los estudios sociodemográficos sobre los jóvenes en el país, los primeros documentos que ofrecen un panorama muy general de la situación fueron los Censos de Población y Vivienda realizados por el INEGI (desde la década de los años cincuenta del siglo anterior). Fue hasta mediados de la década de los noventa cuando el interés de la academia por discutir teóricamente a la juventud y sus problemáticas tuvo un resurgimiento muy interesante, lo cual se tradujo en un importante número de trabajos en la materia. La mayoría de estos trabajos han tenido por objeto el análisis de rasgos sociodemográficos de los estudiantes (nivel de ingresos, estado civil, condición laboral, etcétera), así como las prácticas escolares de la población estudiantil (desempeño escolar, horas de lectura, deserción y niveles de eficiencia terminal) de los niveles: medio superior (Sosa, 2002) y superior (ANUIES, 2006; Gil, et al., 2009; Silva, 1996; Taborga, 2003). A su vez, se han desarrollado otra clase de estudios que han enfocado su atención hacia el tipo de formación que se le otorga a la juventud y su relación con los empleos que los jóvenes obtienen (Izquierdo, 1998; Jusidman, 1998; Miranda, 2003; Rendón y Salas, 2000). Mientras que otro grupo de trabajos han centrado su línea de análisis en proponer una reestructuración de los planes y programas de estudio (Guzmán, 1994) para ajustar a los jóvenes al proceso de reestructuración económica, que ha modificado la demanda laboral en relación con las capacidades de los trabajadores.

Gil, Manuel, et al. Como el elemento identitario más importante para los jóvenes populares era la música, pues lo usaron para construirse un atuendo colombiano que los distinguiera, que les brindara identidad. De tal forma que a los cholos les gusta el género grupero, mientras que los vaqueros de fin de semana se reúnen en lugares como los rodeos. Son barrios populares creados por el gobierno desde 1973, con el fin de dar solución a la invasión de predios y la saturación de las colonias populares. Es una saturación total e hipertrofia del símbolo identitario que llega a ser simple signo. Estos grupos evidencian la existencia de una gran diversidad juvenil en el país, la cual se determina desde el espacio temporal, donde el estilo y la imagen son elementos muy importantes para la comunicación de ciertos ideales que identifican a distintos grupos de jóvenes. Por otro lado, la vertiente de estudios médicos y epidemiológicos se ocupa de la salud de ciertos grupos de jóvenes. En la década de 1950, el modelo telegráfico3 dominaba en los estudios de la comunicación. En suma, observamos que los primeros estudios sobre la juventud en México datan de mediados de la década de los ochenta, destacando las aportaciones de Guillén (1985), quien planteó una discusión teórica en torno al concepto de juventud, entendiéndola como un producto social e histórico generado por las relaciones de poder.

Ahora bien, una vez observados los principales estudios que han dado cuenta de la realidad y problemáticas por las que atraviesan los jóvenes mexicanos, es necesario responder la siguiente pregunta: ¿ Este tipo de estudios han generado conclusiones globales de las problemáticas a las que se enfrentan los jóvenes; no obstante, los resultados de las mismas no han sido utilizados para la elaboración de políticas dirigidas hacia este grupo poblacional. Con el auge de los realitys shows, aparecieron varios programas de este tipo relacionados con las cirugías estéticas. El movimiento, determinado por el tipo de energía que lo conduce, puede llegar a contrastes bastante nítidos, pasar de lo muy suave a lo muy fuerte, o emplear cambios energéticos para acentuar ciertos tiempos. Como bien lo menciona Luengo (2000), lo anterior se traduce en que los valores juveniles presenten como características: su tendencia hacia el individualismo, sentido de independencia, soledad e inseguridad existencial, deseo de cambio, actitud crítica hacia las instituciones, entre otras. Por otra parte, a finales del siglo anterior también identificamos entre los diversos grupos juveniles a los cholos, quienes han empleado como símbolos identitarios los murales, los placazos, los low riders,4 los graffitis5 y el tatuaje; en relación con la música son seguidores del hip hop y el rap, tienen un estilo particular de vestir (caracterizado por su ropa holgada) y de uso del lenguaje tanto verbal como gestual y con un determinado código de valores, manifestándose en el respeto hacia la familia, sobre todo a la figura materna, seguimiento del catolicismo como religión, el machismo y el uso de la violencia como mecanismos de resolución de conflictos grupales (Valenzuela, 1998, 2007; Gama, 2002). Sin embargo, ante un escenario de constantes cambios, los grupos y culturas juveniles no deben reducirse a los chavos banda, los rockeros y los cholos, debido a que se estarían generalizando distintas particularidades.

Los resultados de las investigaciones tanto cuantitativas como cualitativas muestran que los jóvenes en general consumen drogas y alcohol a edades más tempranas, y que los promedios de su ingesta se ha incrementado y diversificado, hecho que evidencia que los programas preventivos en la materia no han generado resultados significativos para disminuir esta situación problemática, que día a día afecta a un mayor número de jóvenes mexicanos. Adicionalmente, la salud juvenil, o mejor dicho algunas patologías que afectan a este sector, han sido analizadas a partir de la vertiente de las adicciones, observándose en términos generales que a pesar de los diversos enfoques relacionados con el estatus socioeconómico de los jóvenes, el uso de drogas y alcohol está presente en los diversos estratos sociales del país. De esta manera, los estudios sobre la juventud en México se dividen en tres categorías: los aportes teóricos al conocimiento de lo juvenil, las investigaciones etnográficas sobre los distintos grupos que componen a este sector social, y el análisis global de sus problemáticas. En tanto que los estudios centrados en la violencia juvenil, han dado cuenta de que ésta constituye un factor intrínseco en la propia condición juvenil (Tenorio, 1975). Mientras que otro tipo de aproximaciones en la materia han desmitificado los falsos estereotipos (Navarro, 2004) que el discurso dominante del ser joven generó al categorizar a ciertos grupos de jóvenes como delincuentes (por el simple hecho de ser morenos, pobres, marginales y de trabajo de calle).

Tenorio, Antonio (1975). Juventud y violencia. Crespo, José Antonio (1989). «Los actores del sistema político en la percepción universitaria», Sociología, núm. 11. México. Turner, Bryan, 1989 (1984), El cuerpo y la sociedad. Pedraza, Zandra, 1999b, «Las hiperestesias: principio del cuerpo moderno y fundamento de diferenciación social», en Mara Viveros Vigoya y Gloria Garay Ariza (comps.), Cuerpo, diferencias y desigualdades, Bogotá, CES Universidad Nacional de Colombia, pp.42–53. Para Goffman, en toda situación se asigna una significación a diversos elementos que no están necesariamente asociados a intercambios verbales: hay que entender por ello el aspecto físico y los actos personales como el vestido, el porte, los movimientos y las actitudes, la intensidad de la voz, los gestos como el saludo, o las señales de la mano, el maquillaje del rostro y la expresión emocional en general. No obstante, en la realidad laboral juvenil existe una gran heterogeneidad, la cual se explica en virtud de factores como: la oferta y demanda laboral, la clase social, el nivel educativo, el género, las características del hogar de procedencia, etcétera. A su vez, diversas investigaciones de carácter etnográfico mostraron ciertas particularidades de grupos juveniles tales como: chavos banda, cholos, rockeros, fresas, wannabé, pandrosos, punks, darks, nacos, hippies, ñoños o nerds, los «x», los emos y las lolitas.

Por otra parte, existe un buen número de investigaciones centradas en la educación de los jóvenes en México. Además, ello es una prueba fehaciente de que la sociedad como tal no es capaz de brindarles un espacio a los jóvenes para que se desarrollen como tales. En consecuencia, después abordo la teoría del performance que busca entender las relaciones sociales como una «presentación», es decir como una «puesta en escena». Por su parte, los seguidores del ska gustan del break. Por otra parte, el estudio de la salud juvenil en México se ha centrado en tres temáticas: demográfica, sexualidad y adicciones, perspectivas que se interrelacionan para conocer las situaciones patológicas que padecen y preocupan a los jóvenes. Por otra parte, son relevantes las ideas de Feixa (1998) en relación con las culturas juveniles. Culturas juveniles en México.

Desde esta perspectiva de análisis, Urteaga y Ortega (2004) y Valenzuela (2009) a principios de siglo enfatizan en que las diversas culturas juveniles se perciben por aspectos tales como la vestimenta y el peinado, pero también en el comportamiento, el uso del lenguaje, los gustos musicales, los lugares de convivencia y la utilización de ciertos bienes de consumo. Sin embargo, a principios de este siglo dicha línea de análisis ha sido replanteada con la finalidad de observar desde diferentes aristas las diversas prácticas políticas de los jóvenes, así como su aportación en la construcción de ciudadanía. El enfoque de análisis sociodemográfico que observa la sexualidad de los jóvenes, ha enfatizado en el conocimiento de sus pautas reproductivas (Ehrenfeld, 2002; Pérez y Morales, 1996; Stern, 1998), las prácticas sexuales en riesgo (Saavedra, et al., 2007), incluyendo las enfermedades de transmisión sexual como el VIH/sida, la edad de la primera relación sexual, el uso de anticonceptivos, entre otros (Welti, 1998). Bajo esta perspectiva, la población que más se ha analizado ha sido la de los estudiantes y las prácticas sexuales femeninas; no obstante, durante los últimos años se incluyeron en sus temáticas de estudio: el aborto, los derechos reproductivos, la masculinidad (Montesinos, 2002; Vendrell, 2002), la homosexualidad, entre otros.

Cisneros, Luis (1998). «Los jóvenes, la investigación y la sociedad civil», en Padilla, Jaime Arturo (coord.), La construcción de lo juvenil. Respecto a las aportaciones en torno al conocimiento de la juventud, sobresalen los trabajos de García (1995), Payá (1998) y Reguillo (1998) en cuanto a la organización juvenil. Dentro de las investigaciones cuantitativas encontramos estudios descriptivo-epidemiológicos que se han enfocado en el conocimiento de la distribución y el consumo de sustancias (Mariño, et al., 2000). A su vez, otros proyectos dan cuenta del conocimiento, actitudes y creencias de los jóvenes y de los grupos que se desenvuelven junto a ellos (padres y maestros) (SEP, 1993). Mientras que a través del enfoque cualitativo se emplean métodos etnográficos para estudiar a núcleos de población específicos reconocidos como marginales y de alto riesgo (Reyes, 1998; Romero, 1997). Cabe destacar que esta clase de estudios han ayudado a comprender las razones por las que los jóvenes de escasos recursos consumen drogas, pero no ayuda a descifrar la causalidad de que jóvenes de otros estratos sociales también lo hagan. Díaz, Rodrigo, 2005, «La huella del cuerpo, tecnociencia, máquinas y el cuerpo fragmentado», Puebla, ponencia presentada en el Seminario de Semiótica, organizado por el Seminario de Estudios de la Significación, BUAP, camisetas de futbol 2022 pp.